José y Juan desentierran los cadáveres y se los enseñan a João para intentar demostrar que ellos no tuvieron nada que ver con el asunto del camión de droga. El narcotraficante recela, pero finalmente les cree. Entretanto, Lucía se infiltra en la finca para cuidar a los cerdos que ella misma ha intoxicado para colocar cámaras.