Una familia se mudaba, antes de la pandemia, al pueblo zaragozano de Botorrita para hacerse cargo de la cantina, del bar de la piscina y consiguen reabrir, además, el colegio del pueblo. El problema llega ahora que, después de lograr reflotar los negocios, se han quedado sin la concesión de los mismos, la han perdido en una puja municipal.