"Esto parece Kosovo", cuenta un vecino del casco vello de Ferrol, mientras pasea por las casas en ruinas que pueblan las casi desiertas calles del barrio. En Ponteceso, el problema es más peliagudo. El terreno presenta un desnivel que crece milímetro a milímetro. La causa, unas obras de aparcamiento y nuevas viviendas acometidas en la parcela vecina. "Mira", dice una mujer que suelta una bola de billar en el suelo de su vivienda que cae cuesta abajo y sin frenos.