Fuman hachís y esnifan pegamento. Roban teléfonos móviles de las manos de la gente para venderlos en el mercado negro y se hacen pasar por sordomudos para timar dinero a los que se apiadan de ellos. Son niños que siembran la inquietud en los ciudadanos y viven en la calle. Pero no en países lejanos y subdesarrollados, sino en España.