Miguel, con tan solo 32 años, lleva tatuada en su piel la palabra 'rico', en inglés. Su fortuna procede de los negocios inmobiliarios que dirige, aunque reconoce haber nacido en una familia millonaria. Miguel se confiesa un enamorado de "los Ferrari, las mujeres y el lujo". Calcula haber tenido, hasta el momento, casi un centenar de coches de alta gama, pero el sonido de un Ferrari, asegura, es tan placentero como un orgasmo.