Ante el anuncio del Papa de viajar próximamente al barrio de Esperanza Sur, todos sus vecinos compiten por exhibir su devoción por el Santo Padre. Eugenia y Luisma no dudan en alquilar su balcón y su terraza, respectivamente, a todo aquel que desee ver a Su Santidad. Sin embargo, el barrendero tiene que competir por llevar a cabo el arrendamiento con Mauricio, verdadero propietario del inmueble.