Hace tiempo que el café se volvió un artículo querido del mercado de Futuros, que los especuladores negocian en las bolsas de Nueva York o Londres. Los contratos pasan de mano en mano en una afanosa búsqueda de ganancias.
Al otro lado de la cadena, los productores del grano sobreviven contra las cuerdas y se mueren de hambre. Muchas de las víctimas de ese mercado artificial y azaroso están en Colombia.
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