La mayoría de nosotros, cuando queremos definir la felicidad y la vida, así como explicar sus límites y extremos, involuntariamente llegamos a una de las preguntas más importantes en nuestras vidas: “¿Dónde se originó nuestra vida?” Esta pregunta nos surge porque creemos que el discurrir de nuestra vida no puede y no debe alejarse del punto de partida. Es por ello que seguimos preguntándonos: ¿cuál fue nuestro inicio, el de los animales, las plantas, las montañas, los mares, los bosques, los cuerpos celestiales y el mundo entero, en general?
Que el ser humano alcance la tranquilidad y llegue al significado de su vida dependen, en gran medida, de hallar una respuesta adecuada y convincente a esta pregunta tan profunda y compleja.
Responder a la pregunta del “origen” es tan complicado y confuso que, si no se investiga convenientemente al respecto, conducirá al ser humano a un valle de asombro y confusión.
Limitar la respuesta a esta pregunta a interacciones físicas o a la interacción