El 10 de julio de 1991, Borís Yeltsin, con la mano colocada sobre el corazón, jura como el primer presidente democráticamente electo de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia. Yeltsin fue elegido luego de que se separara del Partido Comunista de la Unión Soviética y obtuviera el apoyo de los rusos durante el desarrollo del golpe de Estado que se había gestado contra el entonces jefe de Estado de la URSS, Mijaíl Gorbachov.
Su declaración sobre un tanque en las calles de Moscú le granjeó el apoyo de los que buscaban un cambio político en la URSS, pero de forma pacífica y democrática, por lo que pudo convocar a los rusos a acudir a las calles y así frenar las acciones de los militares que se habían alzado.
Su llegada se produjo en paralelo a numerosas reformas de un complicado camino de transición del sistema socialista al capitalismo.
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