El 22 de septiembre de 1980, casi más de un año después de la victoria de la Revolución Islámica de Irán, el régimen del dictador iraquí Sadam Husein, con el apoyo multilateral de las potencias hegemónicas del mundo y el respaldo de los países árabes ribereños del Golfo Pérsico, invadió el territorio iraní con el objetivo de derrocar a la recién nacida República Islámica. Irak lanzó ataques indiscriminados, con misiles balísticos, contra ciudades iraníes y zonas residenciales, y utilizó, de manera extensiva, municiones prohibidas, incluidas las armas químicas que había comprado a varios países occidentales, dejando más de 200 000 víctimas mortales y millones de heridos. Por este motivo, cada año se celebra en el país persa la Semana de la Defensa Sagrada para honrar a los veteranos de guerra y rendir homenaje a las víctimas de la guerra impuesta por Irak. La contienda terminó oficialmente el 20 de agosto de 1988 después de que Irán aceptara la Resolución 598 del Consejo de Seguridad