En vísperas del Año Nuevo, concretamente el 27 de diciembre de 2008, Israel lanzó una ofensiva militar contra Gaza por aire, tierra y mar. Según el régimen israelí, el objetivo de la llamada Operación Plomo Fundido, que duró 22 días, no era otro que destruir la infraestructura del Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina, HAMAS, al que acusaban de ser un grupo terrorista. Las fronteras de Gaza estuvieron completamente cerradas durante toda la operación, por lo que la población civil no pudo huir del territorio, dentro del cual no había ningún lugar donde su seguridad estuviera garantizada.
En esta guerra, considerada una de las operaciones más sangrientas contra el enclave fronterizo desde 1967, perdieron la vida más de 1400 palestinos, 960 de los cuales eran civiles, entre ellos 288 menores, y fueron destruidos numerosos bienes palestinos.
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