Francisca tiene una pequeña casa de campo en la que guarda trastos desde que era una niña. Desde siempre ha sentido fascinación por los cacharros que han formado parte del pasado de su familia y ha decidido llamar al programa para que Mati y Diego le ayuden a valorar un viejo escritorio de gran valor para ella.
La pasión de Manolo por la música empezó cuando tenía 6 años y a los 11 compró su primera guitarra eléctrica. Desde entonces, y gracias al apoyo de su mujer, ha llegado a acumular en el doblao de su casa más de 200 instrumentos musicales de cuerda, amplificadores, pedales y hasta una batería. Después de prejubilarse ha centrado toda su atención en enseñar música a los niños y a conservar su legado. En el programa consigue dar una lección magistral a Mati y a Diego.