Le llegó la fama quizá antes de lo que estaba preparado. Jairo Miguel, es cacereño por los cuatro costados y es algo que lleva con orgullo y de lo que presume. Enamorado de su tierra, su gente, sus raíces y su cultura. La alternativa, por cuestiones de edad, fue en Méjico aunque su sueño hubiera sido tomarla en Cáceres con su padre como padrino y Enrique Ponce de testigo. No pudo ser pero sí tuvo claro que su primer festejo de luces sería en su tierra y así lo hizo. Joven, con frescura y preparado aunque no han sido años fáciles para él, pocas tardes de luces a pesar de los triunfos conseguidos. A pesar de ello afronta el futuro con tranquilidad, ilusión y sin dejar de prepararse.