Proviene de Irán siendo en este país comida de príncipes persas que poco o nada tiene que ver con lo ingerimos en los países occidentales. No es un producto para prohibirlo pero saludable tampoco es. La carne es de baja calidad y está separada mecánicamente. Se trata de un producto procesado con aditivos y es precisamente por esto por lo que no se recomienda su ingesta diaria, sobre todo por su alto contenido de grasa y sal. Un solo kebab contiene más grasa que la recomendación diaria.