Un equipo de investigadores ha rastreado todo el genoma en busca de aquellas regiones que pudieran verse alteradas por la actividad física. De esta forma han localizado dos zonas que sí que sufren cambios cuando se realiza ejercicio de intensidad moderada o vigorosa y que están relacionadas con una mejor gestión de las grasas, reducción de la inflamación y ralentización del envejecimiento. Lo cuenta Roberto Elosua del IMIM.