A los 13 años a Nuria le cambió la vida, se enteró de que padecía una enfermedad degenerativa. No ha sido fácil aceptar que la Ataxia de Fiedreich le acompaña a diario pero pese a dejar de andar, no renuncia a sus sueños. Se ha ido a estudiar sola a Sevilla y quiere lograr su plena autonomía. María ha dado de comer a su familia numerosa gracias al pescado. No ha sido pescadera, sino pescadora fluvial. Ha vendido por las calles carpas, lucios y barbos, y aún recuerda cómo sus vecinas salían a las calles en busca de sus mejores ofertas. Milagros ha vuelto a encontrar el amor a los 80, se ha enamorado de Antonio en la residencia de ancianos. Sus días en el geriátrico han cambiado por completo y su corazón ha vuelto a latir después de más de 40 años de viudedad.