En abril de 1961, el cabrero de catorce años Domingo Sánchez recorría con su rebaño la finca Los Machos, a unos tres kilómetros de Berzocana. A lo lejos divisó algo que brillaba en la pedrera de la sierra, cerca del llamado Castro de El Terrero. Se trataba de una vasija metálica que en su interior contenía dos collares de oro macizo -tres, según algunas versiones-. Acababa de descubrir lo que desde entonces se conocería como el Tesoro de Berzocana. El joven pastor no era consciente de que su hallazgo aportaría, a los anales de la historia de la península ibérica, uno de los registros arqueológicos más emblemáticos y relevantes de la Edad del Bronce en Extremadura. El conjunto consiste en dos torques, collares en forma de herradura circular, decorados de oro macizo de 24 quilates y la pátera (plato o vasija poco profunda) de bronce que al parecer las contuvo. Las torques poseen un diámetro máximo de 15 centímetros y un peso de 951 gramos. El conjunto se encuentra expuesto en el Museo Ar