Ni gabardina, ni sombrero, ni un periódico con dos agujeros a través del cual poder “espiar”, porque la profesión del detective privado va mucho más allá. No son espías, no están agazapados a la espera del marido o la mujer infiel, y no tienen nada que ver con la imagen estereotipada que, desde hace años, vienen ofreciendo las películas de cine de Serie B. En realidad, son profesionales altamente cualificados, con titulación universitaria e importantes conocimientos técnicos, cuyo trabajo está regulado por ley y bajo el control del Ministerio del Interior, entidad que les otorga la licencia para poder ejercer. Su trabajo ha sido y es fundamental para destapar muchos fraudes a aseguradoras y mutuas de trabajo, así como para otro tipo de empresas y también de particulares que han necesitado de su ayuda para defender sus legítimos intereses. Su profesión…algo parecida a la periodística…la paciencia es una asignatura importante y el intrusismo, uno de sus mayores problemas. Hoy ha venido a