Entre la capital pacense y Valverde de Leganés, hay un ecosistema muy especial por su singularidad. Y es que, aunque los pinares constituyen una de las formaciones arbóreas más características de la Península Ibérica, en Extremadura su abundancia puede atribuirse casi en su totalidad a la mano del hombre. Excepto en este paraje donde además algunas de sus ejemplares cuentan una historia de siglos.