Van Der Linde cambió Holanda por Montánchez cuando descubrió que nuestros paisajes extremeños eran un lienzo sobre el que pintar los acontecimientos de su vida. Su arte nos lleva a lugares como China o el Polo Norte porque su imaginación no tiene límites para descubrir los lugares más increíbles. Desde el Barrio de San Bartolomé en Mérida, se agarró fuerte a los volantes de su mentora, Cristina Hoyos, y voló con su maleta de tangos y jaleos. Los escenarios de La Habana o París han sido testigos de su poderío escénico. Además, a golpe de taconeo Tokio se ha rendido a sus pies… Una Flamenca que despliega todo su arte en nuestra estación…