Hace 30 años supimos que los presos de ETA criticaban a la cúpula de la banda por sus últimas acciones terroristas y se mostraban en contra de los atentados indiscriminados. En el libro  "De prisiones, putas y pistolas", Manuel Avilés, su autor, y con el que hablamos esta noche, explica en estas páginas ese momento de la historia. Entonces trabajaba como director del centro penitenciario de Nanclares de la Oca y, junto a su amigo y secretario general de Instituciones Penitenciarias, Antonio Asunción, llevó a cabo la arriesgada maniobra que para siempre marcaría un antes y un después en la organización terrorista y en gran parte de la opinión pública.