En Augsburgo ya se habían resignado, pero, al igual que el Friburgo, el aguerrido equipo de Jos Luhukay recurrió a su espíritu de lucha y el "milagro" de la permanencia se hizo realidad. Que aún quedara un pequeño espacio para la creatividad se lo debemos a Axel Bellinghausen, el incansable torbellino, el favorito del público: todo un carácter, se mire por donde se mire.