Olga Giménez tuvo que trabajar desde los 8 años para ayudar a sus padres, que debían alimentar a una familia numerosa. De pequeña colaboraba en la chacra juntando algodón. Años más tarde, y siendo aún muy joven, comenzó su experiencia en casas particulares. Nunca contó con los derechos laborales que le corresponden a cualquier trabajador, hasta la sanción en 2013 de la Ley 26844. Su vida cambió radicalmente a partir del reconocimiento de aquello que le pertenece.