El obispo argentino fue reconocido por su permanente prédica en favor de los trabajadores y por su lucha incansable por los derechos humanos. Su figura adquirió dimensión nacional cuando, en 1969, intervino a favor de los obreros de Hidronor, en Neuquén. En 1975 integró la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y fue una de las principales voces en denunciar los crímenes de lesa humanidad durante la dictadura. Con el regreso de la democracia, De Nevares integró la CONADEP y, como convencional constituyente, se opuso a las leyes de Punto Final y Obediencia Debida.