Para Mónica Marcenac nada fue igual luego del 6 de julio de 2006. Ese día su hijo Alfredo, de 18 años, fue asesinado en la Ciudad de Buenos Aires por un individuo que abrió fuego a mansalva en plena avenida Belgrano, convirtiendo en blanco a quienes pasaban por el lugar. Mónica y su familia no solo emprendieron el reclamo de justicia, sino que también fundaron, en la ciudad de Necochea, la Asociación Civil Alfredo Marcenac, que integra la red argentina para el desarme. Además desarrollaron un proyecto pedagógico que critica la cultura de la violencia y promueve, desde el aula, formas pacíficas de resolución de conflictos. Mónica es docente y socióloga, y se posiciona bien lejos de los discursos punitivos y de mano dura. Su relato pone en cuestión un contexto donde el uso de armas está naturalizado en la vida cotidiana y que provoca inseguridad, muerte y dolor.