Es sacerdote, o como le gusta definirse: “cura villero”. Su experiencia en la Villa 21 de Barracas signó definitivamente su vida personal y sus opciones como hombre de la Iglesia. El padre Pepe, como todos lo conocen, debió abandonar la villa tras ser amenazado de muerte luego de dar a conocer un documento en el que se denuncia la región como zona liberada para la droga y el tráfico de armas. Una reflexión sobre la violencia, la cultura villera, el lugar de la Iglesia y los dilemas de un hombre que procura asumir la herencia del padre Mugica.