La transformación de Mar del Plata, llevada a cabo por el gobernador Manuel Fresco durante la década de los treinta, cambió la fisonomía de esa ciudad y, a su vez, produjo cambios en el mapa social. El proceso de recambio turístico convirtió ese lugar, elegido por las elites de la época para el veraneo, en la ciudad balnearia más popular de los argentinos a la llegada del peronismo.