La población argentina se conformó, en parte, a partir de la afluencia de corrientes de inmigrantes que provenían de numerosos países. El sistema de colonos permitió que ciertas áreas de nuestro territorio desarrollaran asentamientos que conservaron tradiciones particulares de los países de origen, pero adaptadas a los nuevos paisajes. Galeses, ucranianos y alemanes, entre otros, aportaron sus palabras, sus platos típicos, su arquitectura y sus hábitos cotidianos.