El mundo actual está dividido en partes desiguales: el 1% más rico posee casi la mitad de los activos mientras que la mitad más pobre tiene menos del 2% de la riqueza. En América Latina, que ha sufrido los embates neoliberales con la crueldad con la que hoy los sufre Europa, parece vislumbrarse un futuro desde la óptica de la ética, con la redistribución de la riqueza y el empoderamiento de los sectores históricamente más desfavorecidos como banderas.