La democracia de 1983 centró sus esperanzas en los derechos y deberes de los ciudadanos. De algún modo, atomizaba el sentido colectivo de la nación. Sin embargo, con lo que se llamó “la muerte de la política”, el desencanto por “la cosa pública” durante los noventa hizo recluir a los ciudadanos en el goce del consumismo: una loca carrera por el tener en desmedro de la recreación del ser individual y colectivo. Un repaso por la aparición del primer shopping, en 1986; la introducción del derecho de los consumidores en la Constitución del 94; y la exclusión violenta que produce el consumismo como valor supremo.