Durante la primera de las presidencias de los 25 años de democracia, se produjeron un conjunto de sucesos que primordialmente remiten a las expectativas depositadas por las mayorías en la recuperada democracia, a la vez que reflejan las dificultades para que muchas de sus promesas llegaran a cumplirse. Desde la multitudinaria y festiva asunción del presidente elegido el 30 de octubre del 83, hasta las horas críticas y la desilusión de Semana Santa -pero pasando también por el juicio a las Juntas, el protagonismo del movimiento de derechos humanos, los paros y las movilizaciones de la CGT y la explosión del denominado rock nacional-, quizá uno de los rasgos más distintivos de estos años haya sido el de la participación popular entusiasta en una vida pública que apenas unos años atrás parecía exánime.