Los reyes de Aragón accedieron al trono, se coronaron, tuvieron familia y descendencia, y entre sus cometidos estuvo el de agrandar y fortalecer el reino con nuevas conquistas. Por lo demás, enfermaron y murieron, como también lo hicieron sus vasallos. Pero, a diferencia de las vidas de sus súbditos, las de los reyes no estuvieron exentas de leyendas, anécdotas y curiosidades. Reino y Corona acerca al espectador cómo los reyes aragoneses afrontaron las tareas propias de la monarquía pero también los momentos de la vida que igualan a los seres humanos. No en vano, los monarcas aseguraban tener un derecho divino para gobernar. No es casualidad que el capítulo de Reino y Corona, “Reyes aragoneses”, transcurra en el monasterio de San Victorián, un ejemplo más de la relación entre lo divino y lo real. Considerado como el primer monasterio de España, fue muy importante en la historia de Aragón. Estuvo protegido por reyes y papas y, durante siglos, se configuró como el centro político, econó