Más de quinientas tribus poblaban pacíficamente la gran isla de Australia, cuando una flota de navíos alcanzó en 1788 las costas de Botany Bay. En los barcos viajaban violentos colonos, muchos de ellos recién salidos de la cárcel. Nada más llegar, los ex-presidiarios deciden que el gran monolito rojizo de Ayers Rock es el lugar ideal para una urbanización de lujo. Sin embargo, ese mismo monolito es muy importante para los nativos que lo llaman Uluru y consideran que es una montaña sagrada. Sólo hay un elemento común entre ambos bandos: son grandes aficionados al fútbol. Aunque, claro, mientras los aborígenes juegan con un rudimentario balón de pinchos, los colonos lo hacen con sus grandes bolas de presos. MacAussie, primer árbitro australiano, organiza un partido entre el Club Deportivo Boomerang, liderado por el aborigen Ulegario, y el Cuarta Galería Fútbol Club cuyo capitán, Barrotes Dundee, es casi tan violento como sus compañeros John Guilty y Saltamuros William. Del resu