Cadius trae a la Academia un obsequio del Emperador Gluteus: un hermoso unicornio. Tras sufrir su mal carácter, deciden que Hocus se encargue de él y lo entrene para los Juegos. El unicornio parece enfadado y se niega a hablar con él y con los otros animales. Poco después, nuestros héroes se enteran de que los Hunos están a punto de llegar a la isla, llenos de malas intenciones. Cuando llegan (nunca desmontan: comen, duermen y luchan a lomos de sus caballos, una de sus innumerables supersticiones), reclaman lo suyo. Los gladiadores descubren que el unicornio no es de verdad, sino que es uno de los caballos favoritos del Rey de los Hunos y su secuestro se ha interpretado como una declaración de guerra. Tras una batalla, tanto los gladiadores como los Hunos se dan cuenta de que todo ha sido una argucia de Gluteus. Sinus les invita a quedarse un tiempo, pero no son buenos vecinos. Se empeñan en encerrar a todos los gatos negros, retirar la fila 13 del Coliseo, evitar las escaleras... Adem