Justo cuando nuestros gladiadores están a punto de empezar una actuación, aparece en la costa una flota de barcos cargados de turistas romanos y griegos. Gladis le cuenta a Sinus a qué se debe: el Emperador Gluteus Maximus, cansado de ver las calles de Roma atestadas de gente, ha decidido convertir Cornucopia en un típico foco turístico. El choque cultural no podría ser mayor. El ciudadano medio romano no ha visto jamás un lugar tan enormemente desarrollado como Cornucopia. De hecho, para un romano, Cornucopia parece sacado de otra época. No hay peligros en las calles, ni esclavos, ni suciedad, ni centuriones molestos... ¡es el Paraíso! Los griegos, igualmente impresionados, deciden iniciar una fuerte promoción de la isla tan pronto como regresen a casa. Como es lógico, todos quieren ver el famoso espectáculo de gladiadores. Sobre todo a esa gladiadora tan hermosa. Un guapo príncipe extranjero descubre los encantos de Arena mientras explora los de Cornucopia e intenta conquistar su cor