Antonia empieza a ver que Marta para ella es mucho más que una compañera de trabajo, y es por eso por lo que sabe que la presencia de su tío Higinio lo único que le está haciendo es crearla malas acciones, que la llevarán a terminar robando en su propio trabajo. Situación muy diferente a la de Esperanza y Pietro cuyas tiranteces recuerdan a las de Lope de Vega y Miguel de Cervantes, y esta vez a causa de la venta de helados en el Salón de té. En esa misma galería, la culpabilidad seguirá recorriendo el cuerpo de don Jaime hasta que dé con la familia del padre a quien atropelló. No así en su esposa, ya que doña Carla querrá hacerle ver a Íñigo que Aguirre es una amenaza para él... mientras Clarita recibirá una visita y no precisamente porque se le haya caído un diente.