Santa Pola, junio de 2006. La tripulación del pesquero Francisco y Catalina se despide de sus familias y se hace a la mar. Tras semanas sin pesca, Pepe, el patrón, está preocupado; las últimas campañas han sido malas y necesitan volver a casa con la bodega cargada de quisquilla. Tras una tormenta dura, Pepe cambia de rumbo para probar suerte en otro caladero. El segundo patrón se asoma a cubierta, algo llama su atención: una patera a la deriva cargada con 37 inmigrantes. Intentan pedir ayuda, pero la radio no funciona; la única opción es que los rescaten ellos. Pepe consulta con la tripulación, y a pesar de las dudas, deciden subirlos al barco. Una vez a bordo, les atienden y dan de comer. Van a llevarlos a La Valeta, el puerto europeo más próximo. En un día los habrán dejado allí y estarán faenando de nuevo. Los migrantes están muy agradecidos, les han salvado la vida