Finales de julio es una de las épocas más calurosas del año en la Península Arábiga. Solo las especies más duras y aquellas que han sufrido una adaptación especial como el lagarto dhub y los camellos dromedarios pueden sobrevivir. En el sur la vida es algo más fácil, las lluvias monzónicas ayudan a crear una cadena montañosa verde en la que abunda la comida pero también los depredadores. La presencia de agua en los wadis de Al Hajar del este, proporciona una nueva oportunidad de vida para los resistentes tahrs arábigos y los peces garra. Al anochecer, cazadores mortales salen de las sombras para abalanzarse sobre presas desprevenidas.