1941. París está ocupada, al igual que casi todas las capitales europeas salvo Londres, que resiste a los bombardeos y a los submarinos alemanes. Hitler, preocupado por el rearme estadounidense, decide atacar la URSS para dominar por completo Europa antes de que los Estados Unidos puedan intervenir en el continente europeo. El Führer está convencido de que puede doblegar a la Rusia de Stalin en sólo tres meses. Se equivoca. Los soviéticos se defienden de forma heroica, ayudados en su lucha por las duras condiciones del invierno ruso. Es el comienzo de una larga pesadilla para los soldados alemanes.