El concepto de santidad en el islamismo ortodoxo ha variado muy poco hasta nuestros días: se propaga desde los santos a objetos y lugares tales como cementerios, ermitas, tumbas, rocas, árboles... que se convierten así en objeto de la veneración popular. En el Magreb marroquí, esta veneración se rodea de un ambiente festivo materializado en sus romerías.