Actualmente viven en Francia un millón y pico de jovenes de nacionalidad francesa, étnia árabe y religión musulmana. Nacidos en la antigua metrópoli colonial o asentados en ella desde la infancia. Han intentado romper con el ámbito cultural de sus padres, tradición religiosa, valores familiares... Pero al final la sociedad francesa, al igual que la norteamericana con los portorriqueños, no los acepta como franceses: a sus ojos son y serán siempre árabes. Sus frustraciones y cólera, han hallado su expresión musical en el Rai.