Entre 1936 y 1943, las costureras tucumanas concretaron una serie de huelgas en demanda de mejoras salariales y en contra de la precariedad del trabajo a domicilio. En septiembre de 1941, gracias a su incansable lucha, se sancionó la Ley de Trabajo a Domicilio: Tucumán fue la primera provincia en reglamentarla.