Comenzó a los 12 un camino vertiginoso, impulsada por su genio artístico. Se casó para emanciparse a los 16 y fue con una beca a París: allí realizó su primer “happening”. Vivió en Nueva York -experimentó con el arte pop y psicodélico- y forjó una intensa amistad con Andy Warhol. Reconocida internacionalmente por sus “performances” y por las obras de participación masiva, la artista concibe el arte no para ser visto, sino para ser vivido. En Argentina, montó “El Obelisco acostado”, aún en dictadura militar. Ya en democracia llegaron obras como “El Partenón de libros” o “Ágora de la Paz”. Provocadora por definición, Marta Minujín es una de las grandes de nuestra cultura.