En la cumbre de Bruselas los acontecimientos dieron un giro importante cuando España e Italia se plantaron y se negaron a firmar el acuerdo de crecimiento si no se adoptaban medidas para aliviar la crisis de deuda. España e Italia entraron con un par de deseos en mente y han salido con ambos hechos realidad.El primero, la recapitalización directa de los bancos. Las ayudas europeas podrán inyectarse en las entidades con problemas de liquidez sin tener que pasar, como hasta ahora, por las cuentas de los Estados, y dejarán de computarse como deuda pública. En el caso de España si la ayuda llegara al máximo previsto, 100.000 millones de euros, supondría aumentar la deuda pública hasta en 10 puntos, lo que no ocurrirá cuando se aplique este acuerdo. Además, los fondos de rescate europeos no tendrán prioridad para cobrar sus deudas, algo que desanimaba a otros inversores a prestar dinero. Estos cambios entrarán en vigor cuando el Banco Central Europeo se convierta en supervisor único de toda