Ucrania tiene una de las tasas más altas de tuberculosis en pleno siglo XXI. Muchos pacientes en tratamiento permanencen ingresados durante años, en los que se enfrentan a inyecciones dolorosas, náuseas y picores durante meses, entre otros efectos. Otros tiran la toalla antes de lo debido y ralentizan la cura de la enfermedad. Médicos Sin Fronteras trabaja en el hospital de Zhitormir para atender a los aectados.