Poner el Orient Express, también llamado "el tren de trenes", en sus vías requirió una resistencia considerable. Varias veces, el ambicioso proyecto de Georges Nagelmackers estuvo al borde del fracaso cuando el empresario belga se enfrentaba a la quiebra de su empresa de coches cama, la Compagnie International des Wagons-Lits (CIWL). Sin embargo, siguió luchando por su objetivo: unir las capitales de Europa mediante una red de trenes nocturnos.