Vienen con el dinero contante y sonante. En ocasiones cierran la compra el mismo día de su llegada, y regresan de nuevo a su país. Compran pisos, fincas, empresas e incluso pueblos enteros abandonados y en manos de herederos. Sus preferencias van del lujo extremo a los más modestos inmuebles a precios de ganga. Ciudadanos rusos, chinos, argelinos o de la Unión Europea han encontrado en España un buen lugar donde invertir.