Mientras Cortés llega a tierra firme, en la actual costa mexicana, toda la Europa cristiana está pendiente del Sacro Imperio Romano. La elección para suceder al fallecido emperador Maximiliano se complica aún más de lo previsto: no solo Carlos se postula para el cargo, sino que el propio rey de Francia se alza como su principal competidor. Incluso Enrique VIII de Inglaterra manifiesta su voluntad de optar a tan alta dignidad. La elección se convierte así en una subasta en la que las sumas invertidas en sobornos y presiones decidirán el resultado. Margarita, la tía de Carlos, mueve todos los hilos a su alcance para lograr el objetivo fundamental: que la corona imperial siga en manos de los Habsburgo. A cientos de leguas de este escenario, Hernán Cortés entra en contacto con una civilización mucho más avanzada de la que conoció en Cuba. El conquistador encontrará en una mujer, Malinche, la inspiración para hacerse con las riquezas de otro imperio, el que rige Moctezuma, a quien numerosos