En su intento de acabar por desgaste con el gran Richard de Castro, a Alicia y Ángel les sale el tiro por la culata. El genio de Richard convierte la más anodina sesión de fotos en una performance multicolor. Alicia se desespera, pues sencillamente no puede meter en cintura al díscolo director creativo, respaldado además por un férreo contrato, sin embargo, la retorcida psicología de Noelia halla una brecha por la que atacar: el amor propio del artista.