Cuenta la leyenda que en el Pirineo vivía la joven Culibillas, hija de dos humildes dioses de las montañas, que se pasaba el día jugando con sus amigas las hormigas. Su belleza era tal que todos los dioses querían casarse con ella. Hasta que su fama llegó a oídos del malvado dios Balaitus, que corrió a ganarse su atención. Pero los padres de la joven no estaban dispuestos a dejar que se juntara con alguien como él. Al saberlo, Balaitus corrió a por la joven. Pero Culibillas consiguió escapar de él escondida por un manto de hormigas blancas. Cuando Balaitus llegó al valle creyó que se trataba de nieve. Esta historia demuestra a todos que Lulila tenía razón, y que un animal tan pequeño como una hormiga puede ser tan importante como cualquier otra mascota.